huir o buscar una vida mejor


El triunfo del General Franco en la Guerra Civil de 1936-1939 dio origen al exilio de varios millones de personas pertenecientes al bando perdedor que debieron huir de España con sus familias abandonando todo lo que posesían, marchando hacia Francia y otros países de Europa, hacia América, principalmente Méjico y Argentina (muchos de ellos eran personas de alta preparación, catedráticos, investigadores, etc) e incluso a Argelia y Marruecos, donde instalaron su residencia.

Durante la década de 1990, África occidental se convirtió en escenario de violentas guerras que provocaron el desarraigo de millones de personas.   Los dos conflictos principales, en gran medida internos, pero alimentados por fondos, armas e intereses externos, fueron el de Liberia y el de Sierra Leona.  


   Durante los años inmediatamente siguientes a la Guerra Civil, muchos españoles empezaron a emigrar a otros países, ahora ya por razones puramente económicas, con el fin de encontrar trabajo y una vida mejor, y continuaron emigrando, de forma legal o ilegal, al extranjero; la mayoría lo hizo hacia los lugares tradicionales de la emigración española, o sea, preferentemente a los países de  Hispanoamérica: Argentina, Uruguay, Venezuela, Méjico, Cuba, y Chile, que continuaban siendo los destinos preferentes.


Como ejemplo de emigración prohibida por las autoridades españolas
destaca la que realizaron varios miles de canarios, a finales de los años
cuarenta y comienzos de los cincuenta, desde las islas Canarias a Venezuela, 
que viajaron en embarcaciones de vela de pequeño tamaño, dejando con 
menos de la mitad de su población a islas como la de El Hierro (provincia de 
Santa Cruz de Tenerife); a los cuales a pesar de ser ilegales les terminó 
aceptando finalmente el Gobierno de Venezuela.  


 
La marcha hacia lugares desconocidos en busca de un puesto de trabajo o
de un refugio político que aseguren algo tan elemental como la supervivencia
de quien se ve obligado a partir de su lugar de origen ha sido una
característica de muchos pueblos, entre ellos el español. De ahí que no
debiera extrañar que, superados esos momentos difíciles sean otros los
que buscan en nosotros la ayuda que una vez recibimos.
Esta búsqueda de ayuda en nuestras latitudes se acentúa de un tiempo a
esta  parte, a la vez que se le oponen todo tipo de trabas, y muestra su
prisma más dramático en las incesantes oleadas de pateras que desde el
Magreb y el África Subsahariana continúan llegando a nuestras costas.